Guillermo Calderón es considerado uno de los dramaturgos nacionales más exitoso de las últimas décadas: debutó en 2007 con “Neva”, le siguieron “Diciembre”, “Clase”, “Discurso”, “Escuela” y “Villa”, que se presenta por estos días en la cartelera del Festival Teatro a Mil en el Teatro Mori de Recoleta.
La obra cuenta con destacadas actrices como Macarena Zamudio, Francisca Lewin y Carla Romero. Este aplaudido montaje, se ha exhibido en el Parque de la Memoria de Buenos Aires, y en los festivales de Viena, Edimburgo, París, Madrid, Lisboa, Düsseldorf, Sarajevo, Sao Paulo, Brasilia, Montevideo y Lima, entre otros.
Este aplaudido montaje, estrenado en 2011, muestra en escena a tres mujeres discutiendo cómo remodelar Villa Grimaldi, ¿Qué hacer?, ¿Reconstruir la casa demolida por los militares?, ¿Construir un museo moderno? El debate refleja las discusiones reales que se dan hoy en las organizaciones de derechos humanos que defienden la memoria de los sobrevivientes. Calderón, que destaca por un revisionismo histórico dominado por un poderoso sentido de la crítica política, sostiene: “Al principio entendía el teatro como una forma de iniciar algo, una crítica, me gustaba que el teatro fuera un lugar principalmente para pensar políticamente y no solo para pensar, sino que para agrupar a la gente que quiere pensar políticamente acerca de los temas que se plantean. Y después fui entendiendo el teatro como un espacio de participación política”. “Mi relación con el teatro ha ido evolucionando, siempre ha sido un poco desde ese camino de generar discusión, participación y acción”.
“Yo creo que al público le gusta el teatro porque sabe que va a obtener una visión distinta a la que recibe a través de los medios de comunicación, siento que la gente sigue buscando el teatro porque es ahí donde sabe que puede encontrar una discusión mucho más profunda y mucho más aguda con respecto a cómo se tratan todos los temas en los medios. Por otro lado, se encuentra con una actividad grupal porque muchas veces no queremos exponer nuestros temas y pensarlos individualmente, sino que queremos crear una experiencia colectiva. Entonces, va a encontrarse con gente que tiene una sensibilidad o una visión política similar. Eso construye comunidad alrededor de la obra y eso la gente lo agradece”. Atribuye el éxito de “Villa” a que las protagonistas no fueran víctimas torturadas, sino que estuvieran separadas de esa experiencia, lo que permitió que hubiera una distancia entre la experiencia de la tortura y la discusión de la tortura.
Este reconocido y premiado creador, es egresado de la Universidad de Chile. “Partí siendo actor porque me gustaba actuar, pero con el tiempo dejó de gustarme y quería ser escritor, pero no sabía cómo. Me di cuenta de que había una generación de dramaturgos que tenía diez o quince años menos que yo que estaba escribiendo y desarrollando una nueva dramaturgia. Esa genialidad con la que estaban escribiendo me sirvió como estímulo para intentar desarrollar mi propia dramaturgia y así fue como me convertí rápidamente en escritor”.
Siempre le ha gustado trabajar con jóvenes. Actualmente imparte clases de dirección, dramaturgia y actuación en la Universidad Católica. “Es un espacio donde me siento muy cómodo, me gusta mucha vincularme con jóvenes que están recién empezando porque tienen una visión radicalmente distinta a la mía por un tema generacional y eso me nutre mucho y me mantiene conectado con la vida de una forma muy especial”. En este contexto como académico, sostiene que le gustaría que el teatro y la educación estuvieran más relacionadas: “Sería maravilloso para el teatro y para la educación, incorporar el ramo de teatro a la malla curricular de la educación básica, secundaria y superior, eso podría dar trabajo a muchas personas y beneficiar enormemente a la gente que estudia, porque el teatro es una forma de ver y de entender el mundo y de ejercer una actividad artística que puede ser tremendamente formativa”.
Estrenó una obra en el Teatro de Munich en Alemania: “Fue muy interesante y enriquecedor poder trabajar en un país que tiene muchos recursos para la cultura, un ambiente perfecto para desarrollar el teatro, entonces me permitió aprender y también ver la precariedad con la que hacemos teatro acá en Chile.
En nuestro país son muy pocas las obras que logran acumular dinero suficiente para que todas las personas que participan en el montaje logren tener un sueldo digno”.
Calderón ha incursionado en varios formatos, ha realizado series para Netflix, películas, teatro y cine. “El formato que más me acomoda es el cine, es más colectivo, hay más apoyo, siento que en el cine tengo más libertad, el teatro está lleno de limitaciones y es una actividad muy personal, a veces autorreferente y cuesta manejar todos esos elementos. Quizás me he empezado a sentir más acompañado en el cine que en el teatro”.
Y cómo olvidar “El Conde” (2023), feroz sátira sobre el exdictador Augusto Pinochet, que escribió junto a Pablo Larraín, con la que obtuvo el Premio al Mejor Guión en el Festival Internacional de Cine de Venecia. “Trabajar con Larraín fue una tremenda experiencia de aprendizaje, cada conversación que tenemos, en cada escena que yo le muestro, en cada desarrollo de una idea, me va dando su opinión y en esa opinión está su visión del cine, de cómo entiende el cine. Además, la creación de una película es un proceso muy íntimo e intenso en donde necesariamente se generan vínculos y se estrechan lazos de amistad”.